Los ricos van al paraíso

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Los ricos van al “paraíso” y los demás ¿adonde?


 

 

Por Luiz Gonzaga Belluzzo-Gabriel Galípolo

Publicado en Carta Capital  21-04-2016

Panama Papers. Desde el crepúsculo del siglo XIX, las tierras que se encuentran en los márgenes del famoso canal cargan mala fama. Entre 1891 y 1892, la Compañía del Canal de Panamá, domiciliada en Paris, se desplomó estrepitosamente y dejó en la calle de la amargura a pequeños y grandes inversores que confiaron en las proezas de Ferdinand de Lesseps, el héroe del otro Canal, el de Suez.

Entre las víctimas, no se hallaban únicamente los que perdieron sus modestas economías y se suicidaron. También sucumbieron a la reputación de Lesseps, el nombre de Gustave Eiffel y la honra de centenas de diputados, ministros y ex-ministros involucrados en las estafas de la compañía. No faltaron los señores de grandes medios de comunicación y sus periodistas.

Aún hoy, las estafas y malversaciones financieras reciben la denominación de panamás. Dentro de poco las denuncias de las offshore.

En un artículo intitulado “Los ricos y sus paraísos”, Democracy Journal responde a la idea común de que el sistema de las cuentas offshore tuvo en sus orígenes un noble propósito, proteger del Tercer Reich a las cuentas bancarias de clientes judíos. En Suiza, por medio de cuentas bancarias que eran identificadas con números en vez de nombres, judíos perseguidos podían guardar su dinero lejos de los nazis.

El libro The Hidden Wealth of Nations, del profesor Gabriel Zucman, de la Universidad de California en Berkeley, demuestra que el moderno sistema de cuentas offshore precede al régimen nazi y se relaciona a esquemas de evasión fiscal.

Luego de la Primera Guerra Mundial, las naciones europeas elevaron dramáticamente los impuestos a las rentas superiores para pagar sus deudas y financiar a las pensiones de los veteranos. Como respuesta, los ricos se juntaron en rebaño en Suiza, donde las prácticas bancarias prometían discreción y la neutralidad política ofrecía estabilidad. Entre 1920 y 1929, los activos extranjeros en Suiza crecieron un 14% promedio anual. En 1930, la tasa de crecimiento cayó al 1% por año.

En los años 1990, una comisión presidida por Paul Volcker, ex-presidente del Banco Central norteamericano, descubrió que, de todas las cuentas en bancos suizos abiertas por individuos no suizos entre 1933 y 1945, sólo el 1,5% pertenecían a judíos perseguidos por el régimen nazi. El moderno sistema de offshore y evasiones fiscales no surgió del altruismo, sino de la avaricia.

Al fin de la Segunda Guerra Mundial, los Aliados intentaron desmontar y reprimir la estructura del sistema financiero suizo, en parte porque el Congreso norteamericano rechazaba la idea de gastar el dinero de sus contribuyentes en el Plan Marshall, que podía ser financiado por las fortunas francesas escondidas en los Alpes. Astutamente, los bancos suizos eludieron esos esfuerzos, usando empresas de fachada (shell companies) panameñas para esconder el origen francés de ciertas cuentas.

La globalización actuó como acelerador de ese proceso. La “liberalización financiera” otorgó mayor libertad  y menor vigilancia a los flujos de capitales destinados a los paraísos fiscales. Según Zucman, en 1950 cerca del 2% de la “riqueza de las familias europeas” estaba localizada en las offshore en paraísos fiscales; en los años 1980, ese valor alcanzó el 5%. Hoy, ese número se duplicó, se estima que alcanza al 10% de la riqueza de las familias europeas.

Los cálculos son rigurosos y conservadores, ofreciendo valores que, según el propio autor, probablemente estén subestimados.

Aún así, su estudio denuncia que 7,6 trillones de dólares, equivalentes a más que el Producto Interno Bruto combinado del Reino Unido y Alemania, o sea el 8% de la riqueza mundial, se encuentra en paraísos fiscales, ocasionando pérdidas en torno de 200 billones de dólares al año a los gobiernos alrededor del globo.

Los “actos dudosos” de los offshore (fuera del territorio) marca a fuego a los onshore (en el territorio), que son los que pagan impuestos y sufren los padecimientos de los ajustes económicos aquí y allá.

Al contrario de lo que se podría suponer, después de la crisis del 2008 se observa un incremento significativo en el uso de los paraísos fiscales. En Luxemburgo, el flujo de riqueza extranjera creció un 20% entre 2008 y  2012.

Según Zucman, hay un agujero en las estadísticas. En 2015, por ejemplo, las naciones reportaron 2 trillones de dólares en fondos mutuos en Lu­xemburgo, pero éste país calcula que el resto del mundo tiene “depositado” 3, 5 trillones de dólares  en su territorio. En las estadísticas globales, el 1,5 trillón faltante no tiene dueño. La anomalía revela la medida de la riqueza escondida, con orígenes dudosos, en paraísos fiscales.

El desvío de impuestos por las corporaciones transnacionales es otra preocupación. La discrecionalidad para colocar sus operaciones y desplazar sus ganancias para países con menores tasaciones permitió a las compañías norteamericanas evitar pagar el equivalente a 130 billones de dólares en impuestos. Así contribuyeron a que el nivel del impuesto de las corporaciones declinara desde el 30% a fines de los años 1990 para aproximadamente un 20 %, en la actualidad.

En enero de 2016 el Comité de Oxford para Alivio del Hambre, la Oxfam, denunció lo que denominó “red de paraísos fiscales y de una industria de evasión fiscal que floreció en las últimas décadas y representa un ejemplo incuestionable de un sistema económico manipulado para favorecer a los poderosos”.

Los individuos y empresas más ricas, aquellos que deberían pagar más impuestos, son justamente los que tienen condiciones de recurrir a esos servicios y a la arquitectura global para evitar pagar lo que deben.

La Oxfam analizó a 200 empresas, entre las mayores del mundo, y verificó que nueve de cada diez de ellas están presentes en al menos un paraíso fiscal, y que esas “inversiones” en 2014 fueron casi cuatro veces mayores que las del 2001.

Traducción: Amersur

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