El Disenso de Washington y la política externa de Temer y Serra

Foto: Michel Temer https://www.flickr.com/photos/micheltemer

Entre las cambios en la orientación de la política externa brasileña está el alineamiento con los Estados Unidos


 

Grupo de Reflexão sobre Relações Internacionais

Por Lucas Pereira Rezende*

Publicado en Carta Capital 08-09-2016

La nueva política externa brasileña (PEB), alzada a la opulencia por el canciller José Serra, es, tal vez, uno de las más simbólicos cambios del recién instaurado gobierno de Michel Temer. Su principal metamorfosis es la supuesta desideologización de la PEB y el reencauzamiento de las relaciones internacionales para el Norte-Sur, en un retorno a la tradición americanista de nuestra política externa.

El problema de esa opción política es su anacronismo singular. Repitiendo la fórmula que funcionó en la década de 1990, época del llamado Consenso de Washington, las opciones expuestas por el canciller no reflejan el escenario de sus implementaciones originales, lo que crea un problema de emulación de casos no análogos.

Son cinco los temas anacrónicos que definen el actual Disenso de Washington de la PEB de Temer y Serra:

La distribución del poder global

Si, en los años 1990, el mundo que emergía de la pos-Guerra Fría tenía a los Estados Unidos como única potencia global inequívoca, hoy el escenario no es el mismo. Aunque se pueda afirmar que los EUA permanecen como potencia unipolar global, la posición relativa que ocupan no es la misma  que durante el post-colapso soviético.

La emergencia, ya largamente estudiada, de diferentes alineamientos globales, como es el caso de los BRICS, refuerza esa lectura, así como la  Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR); India-Brasil-África del Sur (IBAS); ASA (América del Sur-África); América del Sur- Países Árabes (ASPA); Comunidad Países Lengua Portuguesa (CPLP), entre otros. Por más que el Brasil y Rusia estén en crisis, hay flujos crecientes entre esos actores que funcionan sin la presencia de los EUA, algo raro en el Consenso de Washington original.

Los caminos para la inserción internacional

Las opciones para la inserción internacional -hoy disponibles- no son las mismas de los años 1990. Los bloques económicos son una característica del Consenso de Washington, porque simbolizaban el sendero, supuestamente definitivo, de la globalización en dirección al libre comercio. Después de la crisis del 2008, con todo, los EUA y Europa aumentaron sus grados de proteccionismo económico y comercial.

Luego, la estrategia de retomar el eje Norte-Sur significa disputar con regiones sostenedoras de subsidios agrícolas y en campos industriales y de servicios  de baja competitividad para el Brasil. La opción hecha para aproximarse a Europa en detrimento de los BRICS, por ejemplo, simboliza esa mudanza de eje anacrónica. Con una Europa en proceso de fraccionamiento, bien diferente de aquella de los años 1990, el margen de maniobra de los europeos se torna bastante reducido, disminuyendo, de esa manera, las opciones externas para el Brasil.

No deja de ser simbólico para el Disenso de Washington que el primer viaje del nuevo presidente, el mismo día de su asunción, sea a la China, y no a los EUA. El viaje fue para un encuentro del G-20, y no para un encuentro del G-8.

La agenda política

Pautas que crecieron en la última década, y que tuvieron al Brasil como un actor central, fueron incorporadas por el propio gobierno de los EUA y, ahora, son rechazadas por la nueva PEB.

Es verdad que la PEB de Dilma Rousseff no prosiguió con el protagonismo de los años Lula. Pero no hubo retroceso en los avances hechos. El propio escándalo de espionaje de la NSA fue una ventana importante, aprovechada por el Itamaraty, que fortaleció el liderazgo del Brasil en las discusiones sobre el marco civil de internet. Todo eso fue posible por la continua adhesión del país a los foros multilaterales, movimiento que viene siendo abatido por Serra, en nombre de un alineamiento directo con los EUA y Europa.

Los temas de la diminución de la pobreza, de la lucha contra el hambre y el aumento del papel del Estado en el campo de la salud, son pautas que ya se presentaban en el gobierno Lula. Ahora se los ignora en nombre de una supuesta desideologización. Negar la importancia que esas pautas tuvieron en el mundo entero, en especial en los Estados Unidos post-crisis del 2008, es ridículo.

La propia campaña de Hillary Clinton se vio forzada  a incorporar parte  de la agenda de Bernie Sanders. Entre otros, está la no concretización de la Alianza Transpacífico. El momento, diferente de los años 1990, no está para los grandes acuerdos, lo que favorecería las negociaciones Sur-Sur, donde el Brasil tendría mayores ventajas relativas que con las alianzas Norte-Sur.

Sobre el papel del Estado

En tanto Temer y Serra buscan disminuir el papel y los gastos del Estado brasileño, algo típico del Consenso de Washington, los EUA y Europa aumentaron ese papel. Los mejores ejemplos son los británicos y su Brexit, los alemanes con el aumento del control de los flujos migratorios y los EUA tanto con el Obamacare cuanto con la pauta de Sanders del salario mínimo.

Hasta los Clinton ya entendieron que las reglas válidas para el Consenso de Washington de la década de 1990 no pueden ser las mismas para enfrentar la crisis económica que sigue en curso. Mientras tanto, el gobierno brasileño insiste en un modelo datado, con premisas no defendidas ni por los proponentes originales.

La quiebra de los pilares de la PEB

El Barón de Rio Branco entró en la historia no a tontas y a locas, sino para tejer los pilares fundamentales de la política externa brasileña. Entre ellos, estaba la pacificación de la relación con los vecinos sudamericanos.

En la concepción de Rio Branco, garantizar buenas relaciones con los países del subcontinente era un camino fundamental para la paz de la región y para las propias definiciones de las fronteras del Brasil lo que fue hecho de manera pacífica con todos los vecinos. Desde entonces, el Itamaraty siempre apreció el cuidado, a veces hasta excesivo, en el trato con los demás países sudamericanos. Todo esto tendía a no excitar el miedo peculiar de la anarquía internacional por el movimiento del gigante brasileño.

Hasta el momento, la truculencia del canciller ya provocó inconformidades con Bolivia, Ecuador, Uruguay y Venezuela. Por más que el gobierno discrepe con las políticas domésticas y/o ideologías de esos gobiernos, la autodeterminación de los pueblos, el histórico poder blando brasileño en su región y la no-interferencia en los asuntos de los otros países siempre fueron pilares de la PEB.

Es curioso, en ese sentido, que Serra pueda calificar de ideológica a la política externa de aumento y diversificación de las relaciones multilaterales del Brasil, manteniendo diálogos con todos los pueblos, y llamar desideologización de la PEB a la elección de relacionar al país con un reducido grupo de pares.

Tanto Temer como Serra insisten  en su Disenso de Washington porque la plataforma de su PEB está volcada no para lo internacional, sino para lo doméstico, con el objetivo de catapultar a Serra como “hombre de Estado”. Hasta en eso la década de 1990 es copiada por nuestro actual canciller, buscando repetir los pasos de su amigo Fernando Henrique Cardoso en su indicación como candidato de la continuidad.

La política externa bajo Lula y Celso Amorim fue una vitrina global para el Brasil. Luego, como elemento de poder blando, la propaganda importa. Está armado el escenario de acción para el gran teatro de la actual cancillería.

A Temer y a Serra no les importa si los resultados de la política externa dañarán la imagen, la agenda, la pluralidad y la inserción internacional creciente experimentados por el Brasil en los últimos años, siempre que sirva para el discurso doméstico que, a cualquier costo, precisa ser hecho. Pese a que nadie más fuera de aquí concuerde con lo que el gobierno y el a ala americanista del Itamaraty consideren que deba ser hecho.

 * Lucas Pereira Rezende é cientista político, professor da graduação e do Programa de Pós-Graduação em Relações Internacionais da Universidade Federal de Santa Catarina e autor de “Sobe e Desce. Explicando a Cooperação em Defesa na América do Sul” (Brasília: Editora UnB, 2015). Convidado do GR-RI.

 Traducción AmerSur

 

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