En esta breve presentación(*) aludimos a la necesidad de construir una identidad dentro de los procesos de integración de América del Sur y hacemos referencia a los tipos de identidad acuñados por el sociólogo Manuel Castells: de resistencia, de proyecto y de legitimación o dominación. Asimismo, formulamos algunas consideraciones que podrían ser útiles para forjar una identidad de proyecto que posibilite consolidar la integración suramericana.
Por Alberto J. Sosa
Diciembre 2010
Introducción
En el MERCOSUR el tema cultural fue explicitado en la Reunión Preparatoria sobre la Dimensión Cultural y Educativa del MERCOSUR (1991), cuando se iniciaron las gestiones para la creación de la Reunión especializada en Cultura, cuyo primer encuentro se celebró en Buenos Aires[1]. A partir de ese momento se realizaron una serie de reuniones periódicas en las que se trataron diversos tópicos relacionados con la cooperación cultural. A fines de 1996, en la Reunión de jefes de Estado de Fortaleza se suscribió el Protocolo de Integración Cultural del MERCOSUR[2], facilitando la creación de espacios que expresasen las tradiciones históricas, los valores comunes y la diversidad en los Estados Partes.
En otras etapas históricas hubo tentativas de construir una identidad Regional como fue en el caso de la iniciativa anfictiónica bolivariana, la cual estaba anclada fundamentalmente en aspectos institucionales como el Tratado de Unión, Liga y Confederación Perpetua y la Convención de Contingentes Militares y Navales[3]. Sin embargo, entonces cada uno de los países hispanoamericanas de la América Meridional continuaba conectado a mercados ultramarinos, antes que a los de su vecindad.
En la actualidad, otra es la configuración del sistema mundial y distinta es la realidad suramericana en la que la actuación de terceras potencias o de determinados conglomerados de países desafían a la Doctrina Monroe, desde afuera y desde adentro de la Región.
Por otra parte tanto el MERCOSUR como la UNASUR avanzan en la configuración de un conglomerado suramericano, con pretensiones de incidir en las estructuras del sistema mundial.
En esta breve presentación aludimos a la necesidad de construir una identidad dentro de los procesos de integración de América del Sur y hacemos referencia a los tipos de identidad acuñados por el sociólogo Manuel Castells: de resistencia, de proyecto y de legitimación o dominación. Asimismo, formulamos algunas consideraciones que podrían ser útiles para forjar una identidad de proyecto que posibilite consolidar la integración suramericana.
Tipos de integración
En un proceso de integración cada una de las partes tiende a constituir un todo, aunando o fusionando dichas partes o actores, divergentes entre sí, en una unidad o actor que a veces los sintetiza[4] y a veces no, porque uno de los participantes mantiene una posición hegemónica en el conglomerado que se ha gestado.
De manera muy general clasificamos a los procesos de integración en los siguientes tipos ideales: territoriales, organizativos y asociativos[5].
La integración territorial agrupa a los Estados o a los mercados según el principio de la vecindad, puesto que se encuentran contigua o cercanamente situados. Ejemplos son el Tratado de la Cuenca del Plata (1969) o la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (1998).
La integración organizativa es heterogénea porque agrupa a actores de distinta potencia y capacidad. Es de tipo vertical porque los actores más poderosos controlan a los más débiles y el reparto de poder es desigual. Por ejemplo hay instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Mundial (BM), donde los países miembros tienen distinto rango, puesto que el aporte de capital de cada uno de ellos pondera su voto y califica su participación en el proceso de toma de decisiones.
La integración asociativa congrega a distintos actores o Estados según el principio de la afinidad, ya que sus miembros presentan algún tipo de homogeneidad. Es horizontal dado que agrupa a actores de un rango similar y tiende a la igualdad, en la medida que su objetivo principal es el reparto de justicia. Ejemplos de este tipo de integración son la Unión Europea (UE), los Acuerdos Argentina-Brasil (1986), el actual Mercado Común del Sur (MERCOSUR) y la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR).
Cuando los actores tienen intereses coincidentes o convergentes, la integración puede perseguir valores propios de un modelo igualitario. Se agrupan de tal modo que un valor importante para un actor también lo es para los otros, contrariamente a lo que acontece en una agrupación donde los valores más importantes para un actor no lo son para los otros. En este caso, los actores tienen aspiraciones diferentes. Un ejemplo de esta última tipología es el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN[6]), que reúne a actores heterogéneos y asimétricos como EUA, Canadá y México. Los actores están estratificados u ordenados y los conflictos son resueltos de acuerdo con el principio de que el actor de rango mayor prevalece sobre el de rango menor[7].
En el modelo igualitario, la integración es considerada como un proceso en el que participan actores de relativa similitud y que muchas veces tienen afinidad en sus raíces históricas, demográficas, religiosas, lingüísticas o en su estructura económica o política.
Una modalidad de este tipo de integración (similitud u homología) es la interdependencia creciente entre los actores. A veces la interdependencia se denomina simbiosis, cuando los actores se acoplan, es decir que lo que resulta perjudicial para uno también perjudica al o los otro/s y lo que beneficia a uno también beneficia a los otros. No obstante cuando existen asimetrías el actor de rango mayor cede ante el de rango menor[8]. Este modelo descansa en la idea de que el todo integrado sólo puede existir y continuar si está sostenido por las partes que lo componen (lealtad). Por otra parte, su organización y reproducción se sostiene si el todo integrado tiene algo que ofrecer a sus partes componentes, como es el caso de una zona aduanera común o de los Fondos estructurales de la entonces Comunidad Económica Europea (CEE) o del Fondo de Convergencia Estructural del MERCOSUR (FOCEM[9]). En estos casos, el todo integrado redistribuye recursos a los países o actores empresariales de menor tamaño (asignación).
La integración usualmente origina un actor cuya potencia sobrepasa la de sus miembros. No obstante, en el NAFTA, la hegemonía de una de las partes (EUA) prevalece sobre el conjunto. Por su lado, el MERCOSUR sí originó un actor y también permitió crear otros como la UNASUR[10], el Consejo Suramericano de Defensa (CSD[11]) y el Banco del Sur[12].
Este modelo de integración constituye un proceso o construcción colectiva y progresiva con trayectorias discontinuas y resultado incierto. El nuevo actor (MERCOSUR, UNASUR, CSD) tiene que operar en un contexto diferente al que precedió su conformación y en este sentido necesita de una agenda afirmativa y de una identidad de proyecto. Las antiguas hipótesis de conflicto se desvanecen y aparecen otros desafíos (mecanismos de consulta y concertación para mantener y reproducir el orden y la estabilidad institucional democrática; el control y disposición sobre los recursos naturales; control del ambiente; diversificación económica, coordinación en las regulaciones del espacio compartido; etc.).
Si la meta es racionalizar el statu quo existente, el nuevo actor puede tener características similares a la de las partes que lo originaron. Por el contrario, si aspira a diversificar y perfeccionar la estructura económica, social y política se está creando un actor cualitativamente diferente de las partes que lo conformaron. En el primer caso, los actores pobres crean un actor que acumula las pobrezas de las partes integrantes. En el segundo, crean un actor diferente posibilitando la configuración de un espacio de prosperidad y bienestar compartido.
Los países miembros del MERCOSUR si bien no forman parte del exclusivo Directorio mundial, tampoco encuadran dentro de la terminología anglosajona de “Estados forajidos o villanos” que violan la normativa y los principios internacionales o de los denominados “Estados fallidos” que no pueden mantener y reproducir el orden en el territorio sometido a su jurisdicción, aunque también rechazan acomodarse en el rol de Estados obedientes que siguen servilmente los dictados de los hegemónicos[13]. Por ello constituyeron el MERCOSUR, repudiando la idea de formar parte de bloques o conglomerados diseñados por otros actores y en otras latitudes. En este sentido decidieron afirmar su presencia internacional creando su propio proceso de integración y no adherir como apéndice al ideado por otros.
Identidad
Definimos a la identidad como el conjunto de rasgos propios que caracterizan a una colectividad frente a las demás o como la conciencia que se tiene de ser ella misma y distinta a las demás. Si bien la identidad puede originarse en las instituciones dominantes, sólo se convierte en tal si es interiorizada por los actores sociales que construyen su sentido en torno a dicha interiorización. Para la mayoría de los actores sociales o comunidades, el sentido se organiza en torno a una identidad primaria que enmarca al resto y se sostiene por sí misma a lo largo del tiempo y del espacio.
¿Porqué es importante que un proceso de integración, en este caso el modelo asociativo y territorial MERCOSUR, descanse sobre una identidad compartida?
Si observamos los casos de la mayoría de los países desarrollados, unos pocos dentro de los casi 200 Estados que actualmente existen en el mundo y en contraste con los demás, sustentan una identidad de proyecto o de legitimación basadas fundamentalmente en razones de “seguridad” o de “interés nacional”, invocadas para la defensa de sus recursos, territorio o población. En este punto resulta difícil referirse a la seguridad o al interés nacional o soberanía, sin haber definido previamente a la identidad que las acompaña y precede.
Entre los elementos que forman parte o determinan la identidad de un colectivo podemos consignar a su historia y tradiciones; la lengua; la religión; usos y costumbres; la literatura; la música; la danza; pintura; el teatro; la escultura; arquitectura; cocina, indumentaria o vestido; la psicología; la organización social; la etnia, etc.
La construcción de una identidad utiliza materiales de la historia, de la geografía, la biología, las instituciones productivas y reproductivas, la memoria colectiva, así como de los aparatos de poder, iniciativas y proyectos.
Si analizamos quién construye la identidad colectiva y para qué, observamos que así se determina en buena medida su contenido simbólico y su sentido para quienes se identifican o no con ella. La construcción de identidad siempre tiene lugar en un contexto marcado por relaciones de poder. Por ello se distingue entre distintas formas y orígenes de construcción de la identidad[14].
La identidad legitimadora es aquella que las instituciones dominantes introducen en la sociedad para extender y racionalizar su dominación, frente a los demás actores sociales.
La identidad de resistencia es la que se origina en actores que se encuentran en situación devaluada o estigmatizada por la lógica hegemónica, por lo que construyen trincheras de resistencia y supervivencia, basándose en principios distintos u opuestos a los que impregnan las instituciones sociales dominantes.
La identidad de proyecto irrumpe cuando los actores impulsores se basan en los materiales culturales que disponen, construyendo una identidad que redefine su posición y de esta forma procuran transformar la estructura social y el contexto Regional circundante.
A veces las identidades de resistencia pueden devenir de proyectos y transformarse en hegemónicas en las instituciones gubernamentales y sociales, tornándose identidades legitimadoras para racionalizar su dominio. Ninguna identidad tiene una esencia y tampoco tiene un carácter o contenido progresivo o regresivo, fuera de su contexto temporal-espacial.
Cuando las trece (13) colonias de América del Norte emprendieron su gesta emancipadora, adoptaron una identidad de resistencia contra el imperialismo británico. Luego, cuando los “padres fundadores” redactaron “El Federalista” y aprobaron la Constitución Nacional y el arancel de Hamilton para promover y proteger su desarrollo industrial, estaban forjando una identidad de proyecto. Sin embargo, cuando en la era de la globalización y luego del colapso soviético difundieron un discurso basado en el fin de la historia y en la clasificación de diversos tipos de Estados estaban adoptando una identidad legitimadora o de dominación.
Una identidad se puede construir en base a epopeyas, efemérides y actos históricos especiales de resistencia, diferenciación y afirmación. Pero también en base a la voluntad política concertada de los miembros del nuevo actor que vislumbran un futuro compartido. Este sendero se comenzó a transitar en el MERCOSUR y también en América del Sur, aunque aún es incipiente[15].
La construcción de una identidad MERCOSUR exige un esfuerzo conciente de políticas activas, a partir de la multiculturalidad y una historia compartida. Las políticas de cada Estado Parte del MERCOSUR se han concentrado en la defensa y reproducción de los respectivos patrimonios culturales e históricos y de sus respectivas identidades, aunque también han reservado espacios, todavía poco importantes, a los elementos identitarios de sus vecinos.
En algunas escuelas argentinas se enseña el portugués y en determinadas escuelas brasileñas se enseña el castellano[16]. También hay un creciente proceso de circulación de escritores, artistas, coediciones y Foros de Universidades como es el caso de Fomerco[17] y la creación por parte del gobierno del presidente Lula Da Silva de la Universidad Latinoamericana (UNILA[18]), con sede en un espacio cedido por la usina hidroeléctrica Itaipú en Foz de iguazú (Paraná), colindante con Paraguay y Argentina.
Sin desconocer una importante base previa indígena, mucho se ha hablado de las diferencias existentes entre uno de los dos componentes étnicos numéricamente más importantes de la América criollo-ibérica (MERCOSUR y/o Suramérica): el español y el lusitano. El sentimiento trágico de la vida versus el sentimiento lírico de la misma. Según Helio Jaguaribe, lo fundamental del Quijote de Miguel de Cervantes Saavedra es el heroísmo, mientras que en “Os Lusiadas” de Luís de Camoes (a pesar de la dimensión heroica de dicha obra) es su intenso lirismo. En ambos casos y a pesar de las diferencias, tienen una impronta humanista[19].
Por otra parte, en el MERCOSUR y también en la mayoría de los países de América del Sur los asuntos de los países colindantes y próximos están presentes. En este sentido se está produciendo un cambio cultural, hay programas de radio, de televisión y artículos periodísticos dedicados a temas o problemas de los países del entorno o a las relaciones de Argentina y de Brasil con los vecinos. Los analistas ya no sólo opinan o dialogan sobre temas aldeanos y/ o domésticos, sino también sobre los de los países colindantes. Asimismo, la Fundacao Alexandre de Gusmao (FUNAG) del Itamaraty edita publicaciones que tienen como objetivo contribuir a la construcción de una identidad suramericana.
La República Argentina ha señalado entre los fines y objetivos de su política educacional el fortalecimiento de la identidad nacional, basada en el respeto de la diversidad cultural y a las particularidades locales, abierta a los valores universales y a la integración Regional y latinoamericana (Cfr. Artículos 11 y 92, inciso a) de la Ley Nacional de Educación Nº 26.606). A su vez el Ministerio de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires, la principal jurisdicción escolar subestatal de la Argentina en términos de cantidad de escuelas y de alumnos, está editando una colección de estudios históricos de la Argentina titulada “Crónica del Bicentenario” con una visión también latinoamericana, destinada a los docentes y alumnos de los distintos niveles de enseñanza[20].
Sin embargo forjar una identidad o imaginario compartido no es una tarea fácil, en medio de las circunstancias en que transcurre la vida de los seres humanos actualmente. En diversas latitudes el concepto de identidad ha devenido ambiguo, tornándose una idea que se esgrime en el contexto de un conflicto que queriendo unir divide y queriendo dividir excluye. Por otra parte, a veces adquiere un carácter “liquido”, inestable, ambiguo y carente de cohesión.
Por otra parte, es innegable el rol que cumplen en la construcción (y a veces también en la deconstrucción) de la identidad la producción de manifestaciones culturales que comprenden además de las actividades artísticas, las de los medios de comunicación, la ciencia, la tecnología y hasta las deportivas[21]. La construcción de esa identidad no tiene que contraponerse a la diversidad cultural y menos al diálogo con la cultura extranjera, aunque sí a la hegemonía de las expresiones culturales foráneas sobre las vernáculas de los países del MERCOSUR.
El MERCOSUR es una zona de relativa paz y cooperación, que adhiere a los principios de vigencia de la democracia y de promoción y protección de los derechos humanos, en un espacio geográfico en el cual hace unas pocas décadas imperaron dictaduras militares, que coordinaron el denominado Plan Cóndor, aplicando políticas de terrorismo estatal[22]. Sus Estados Partes han configurado su propio conglomerado, procurando forjar una identidad compartida en base a una agenda afirmativa admitiendo la pluralidad y el particularismo de sus miembros, en diálogo con el resto del mundo. En este sentido y parafraseando a un ex presidente de la Argentina(Hipólito Yrigoyen) no está con nadie ni contra nadie, sino a favor de sus propios derechos e intereses.
Los tiempos actuales no parecen los de la “confrontación abierta”, en los que el MERCOSUR o sus países miembros tiendan a adoptar políticas de resistencia u oposición recalcitrante a los parámetros o líneas de control permitidos por los países hegemónicos. Tampoco parecen los de la “subordinación gratuita”, en los que un país tiende a operar por debajo de los parámetros permitidos por la potencia hegemónica de turno. En esta circunstancia, la elite del Estado periférico concede prioridad a los intereses económicos o de seguridad del hegemón, en detrimento de los de su propia ciudadanía o población, provocando casi siempre el rezago de su país[23]. En estos tiempos, los países del MERCOSUR y /o de la UNASUR se permiten gestos de osadía, en contexto de mudanza del mapa mundial[24]. No obstante, tampoco sabemos si serán los tiempos de la autonomía o poder sobre sí mismo.
Cuando se alude al poder, generalmente se piensa en términos de la influencia de un actor sobre otro. La idea es que cuanto más poder tiene el actor A sobre otro B, menos poder tiene éste para neutralizar el de aquél y la suma se mantiene constante. Existiría equilibrio de poder cuando la suma se divide en partes iguales. Sin embargo, esta no es la única posibilidad de contrapesar el poder, porque un país de la periferia que carece de poder suficiente, puede desarrollarlo, a través de una alianza con sus vecinos, estableciendo metas propias (no las que le fijen otros, mediante el adoctrinamiento o colonización pedagógica) y procurando alcanzarlas[25]. En este sentido, la integración es una herramienta útil para tender a la autonomía.
Con el fin de construir dicha autonomía, los países del MERCOSUR y/ o los de América del Sur podrían extraer provecho de la competencia sino-estadounidense que tiene lugar en su geografía, a través de una agenda afirmativa consistente en la promoción del diálogo y la concertación política como instrumento para la solución de conflictos, asegurando la estabilidad institucional y democrática[26]; y la integración económica y comercial para promover la prosperidad común. También perfeccionar el bosquejo e implementación de una infraestructura de transporte, energía y comunicaciones, en sentido vertical y horizontal, configurando un mercado de escala continental. Asimismo, tendrían que usufructuar y agregar valor a su dotación de recursos de agua dulce, minerales, energía, alimentos de tierra y de mar, ratificando los logros industriales y tecnológicos de algunos países de la Región. Por otra parte, habría que negociar en tanto conglomerado, con otros países o bloques, procurando la transferencia y radicación de inversiones y tecnologías dentro de su espacio continental. Y un último aspecto conectado con la integración ciudadana, es la promoción de un mayor acercamiento cultural, la libertad de circulación y la construcción progresiva de una ciudadanía MERCOSUR y/ o suramericana[27].
Consideraciones finales
La construcción de una identidad de proyecto es un tema complejo en un mundo “líquido” y globalizado. Vivimos con más intensidad nuestra pertenencia argentina, brasileña, uruguaya o paraguaya que la pertenencia al MERCOSUR o a Sudamérica. Esto se evidencia fundamentalmente en el ámbito del deporte, cuando compiten nuestros respectivos equipos futbolísticos.
La construcción de una macro-identidad, conciencia de un “nosotros MERCOSUR”, requiere que las distintas identidades reinterpreten o reinventen sus posiciones en el marco de la supranacionalidad. También necesita de programas educativos que cohesionen las particularidades, de la construcción de una pedagogía de la integración que desde las escuelas, colegios, universidades y academias enseñe y socialice el compromiso, los derechos y las responsabilidades inherentes a la citada identidad. Los materiales educativos, en especial los de ciencias sociales, deben re-escribirse avanzando en la construcción de una pedagogía de la integración.
En este sentido cabe destacar el trabajo pionero del profesor Moniz Bandeira, por ejemplo en obras como “La formación de los Estados en la Cuenca del Plata. Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay” y “Argentina, Brasil y Estados Unidos. De la Triple Alianza al MERCOSUR”, en las que el objeto de análisis es la Región en tanto conjunto. Su abordaje es holístico, no hay estudio comparativo, sino interacción sincrónica y diacrónica.
La historia, la geografía y la formación ciudadana tienen que enfatizar los aspectos compartidos de la cultura comunitaria y no sólo defender y preservar las identidades exclusivas y los patrimonios tradicionales que los representan.
Si bien la mayor parte de las artes, literatura, la radio y la televisión son producidas y circulan dentro de cada espacio nacional, un sector creciente de los medios audiovisuales y de la informática, cada vez más decisivo en la configuración de las identidades, transciende las fronteras domésticas. Los mensajes y bienes culturales de mayor difusión se generan en centros transnacionales, circulando por satélites y redes electrónicas más allá del control de los Estados. Por ello es importante trabajar también en áreas de reconstrucción de identidades como las industrias culturales masivas y en el deporte.
El MERCOSUR y también la UNASUR conforman iniciativas de integración territorial y de tipo asociativo y están incursionando en la construcción de una identidad de proyecto. El origen del MERCOSUR tiene mucho que ver con la convergencia cultural y el NAFTA con la divergencia cultural. Mientras que el proceso europeo tiene más de veinte lenguas, el MERCOSUR y la UNASUR tienen que ver fundamentalmente con dos, que nacen del latín vulgar: el galaico portugués y el castellano.
La identidad de proyecto si bien tiene anclaje en la historia, la geografía y la memoria, por los acontecimientos y lugares compartidos en el pasado, también está impregnada por la voluntad de realizar grandes cosas en el presente y en el futuro. En este sentido y parafraseando a Ernest Renan la caracterizamos como una comunidad de destino, ya que se distingue de otras sociedades no sólo por haber vivido una historia común, de tiempos felices y trágicos, sino fundamentalmente por querer vivir y hacer cosas juntos en el futuro. La religión, la raza, el idioma, la cultura y hasta el territorio, si bien eran consideradas importantes por el historiador francés, quedaban en un segundo plano.
La impronta asociativa y territorial que impregna al MERCOSUR, en esta etapa histórica, alienta la posibilidad de construir una macro-identidad en un espacio cultural compartido que reconozca sus raíces en la democracia, los derechos humanos y el bienestar de sus poblaciones. El MERCOSUR y/o la UNASUR tienen una agenda afirmativa y un largo camino por recorrer para la concreción de su proceso de integración y unidad. Los combates, las epopeyas y gestas históricas son aún insuficientes como para conformar un acervo identitario común a los países de la Región. Sin embargo, Argentina necesita la alianza con Brasil, no sólo en su dimensión política sino fundamentalmente para posibilitar su desarrollo en el espacio Regional, en el cual el MERCOSUR en tanto Unión Aduanera desempeña un rol clave. Brasil, por su lado, necesita de la alianza política con Argentina para consolidar la integración suramericana y desde esta plataforma proyectarse colectivamente con sus vecinos al mundo. Uruguay y Paraguay también necesitan de sus vecinos y éstos de aquéllos. Además, dicha alianza evita que cualquier potencia hegemónica o preponderante use a cualquiera de sus integrantes en contra de sus aliados o del conglomerado mismo, perturbando o esterilizando sus planes de consolidación y autonomía, permitiendo quela Región pueda devenir un actor con influencia internacional.
(*) Conferencia pública organizada por el Consulado General de la República Federativa del Brasil en Frankfurt, en la Feria de Frankfurt 06/10/2010. Participaron en la citada conferencia los profesores brasileños Darc Costa y Levi Bucalem Ferrari.
[1] Memorando de Entendimiento 15/03/1995.
[2] 17/12/1996.
[3]Ambas suscriptas en la ciudad de Panamá el 15/07/1826. Cfr. Jesús María Yepes. “Del Congreso de Panamá a la Conferencia de Caracas 1826/1954”. T Iº. Talleres Cromotip. Caracas 30/04/1955, págs. 117/136.
[4]Integración: proceso mediante el cual dos o más actores forman un nuevo actor. Cuando el proceso se completa, se dice que los actores están integrados. Johan Galtung. “Una teoría estructural de la integración”. En Revista de la Integración, Noviembre 1968 Nº 5, págs. 11/49.
[5]El tipo ideal intenta explicar determinados aspectos de la estructura social, así como determinados procesos sociales a partir de su “tipicidad”.
[6]Más conocido por sus siglas en inglés NAFTA (North American Free Trade Agreement).
[7]Tanto el Acuerdo Argentina-Brasil como el MERCOSUR fueron concebidos e impulsados por instancias gubernamentales de sus respectivos Estados Partes. Por el contrario, otros procesos de integración como el Canada-United States Free Trade Agreement (CUFTA), predecesor del NAFTA, fueron concebidos por corporaciones económicas privadas y los respectivos Estados se acoplaron a ellos ratificándolos.
[8]Actitud de Brasil cuando el presidente Evo Morales nacionaliza los yacimientos de hidrocarburos en detrimento de la Petrobrás o cuando renegocia el Tratado de Itaipú con Paraguay.
[9]Fondo destinado a financiar proyectos en beneficio de las economías menores del MERCOSUR. Operativo desde 2006, constituye el primer instrumento financiero del conglomerado con el objetivo de contribuir a la reducción de las asimetrías. Está integrado por contribuciones financieras de los Estados Partes – no reembolsables – con un monto inicial de U$S 100 millones de dólares. En 10 años de duración (2016), el FOCEM tendrá disponible recursos totales por casi U$S 1.000 millones de dólares. Los montos de los préstamos se asignan en forma inversamente proporcional a los aportes. Es decir que los países que menos aportan son los que reciben más préstamos. Los objetivos del Fondo son: promover la convergencia estructural; desarrollar la competitividad; promover la cohesión social, en particular de las economías menores y regiones menos desarrolladas, y apoyar el funcionamiento de la estructura institucional, así como el fortalecimiento del proceso de integración.
[10]Espacio de integración y de unión en lo cultural, político, social y económico entre los pueblos suramericanos para fortalecer la democracia y reducir las asimetrías
[11]Su meta es consolidar a Suramérica como zona de paz y cooperación Regional.
[12]Banco de desarrollo suramericano para financiar obras de infraestructura y propiciar la soberanía y seguridad alimentaria de sus países miembros, entre otros objetivos.
[13]Cfr. “IV. Trabajar juntos para atenuar los conflictos Regionales”. Presidente Bush (h).Berlín Alemania 23/05/2002. “V. Evitar que los enemigos nos amenacen…”. Presidente Bush (h). West Point. New York 01/06/2002. En “La estrategia de seguridad de los EUA”. Traducción al español Laura Suárez. www.juanandrsv8.sg-host.com .Disponible 15/09/2010. Cfr. “Porqué todavía necesitamos imperios”. Robert Cooper. The Guardian 02/04/2002. www.juanandrsv8.sg-host.com .Disponible 15/09/2002.
[14]Manuel Castells. “La era de la globalización. Economía, sociedad y cultura. El poder de la identidad”. Vol. II. Siglo XXI editores. Traducción de Carmen Martinez Gimeno. 1ª edición en español. México D.F. Marzo 1999, págs. 28/34.
[15]Por ejemplo, en IV Cumbre de las Américas. Mar del Plata (Noviembre 2005), cuando el MERCOSUR se opuso al ALCA o cuando el MERCOSUR y/o la UNASUR intervienen como garantes de la legitimidad u orden en distintos países de América del Sur (Paraguay; Bolivia; Ecuador; conflicto ecuatoriano-colombiano; bases militares en Colombia; incidente colombo-venezolano; etc.)
[16]Diversas Escuelas Interculturales Bilingües están en funcionamiento o proyectadas para que funcionen el 2011 en áreas fronterizas de los Estados Partes, incluyendo a Paraguay y Uruguay.
[17]El Foro Universitario del MERCOSUR (FoMerco) es una asociación civil, sin fines de lucro, abierta a la adhesión y participación de profesores e investigadores pertenecientes a instituciones de enseñanza superior (IES) u órganos académicos dedicados a actividades relacionadas con el MERCOSUR y/ o la integración latinoamericana. Su objetivo es promover el intercambio entre las IESs y las instituciones de investigación, a través de actividades de cooperación contribuyendo al perfeccionamiento de la enseñanza, investigación, extensión y prestación de servicios relacionados con el MERCOSUR.
[18]Se prevé incorporar a 10.000 estudiantes en 5 años, cuya formación se encuadrará dentro de un proyecto de integración (la mitad brasileños y la otra mitad del resto de América Latina) Será financiado por el Estado federal brasileño, la enseñanza será en español y portugués, la mitad de los profesores serán brasileños y la otra mitad provendrá de los demás países latinoamericanos. Doscientos cincuenta profesores serán permanentes y doscientos cincuenta visitantes. Cf. http://suramericapress.com/?p=1878
[19]Helio Jaguaribe. “Ibero-América como processo histórico-cultural e como projeto político (2007)”. En “Brasil.Mundo e Homen na Atualidade”. Ministério das Relacóes Exteriores. Fundacao Alexandre de Gusmao. Brasilia 2008, págs. 325/334.
[20] La citada colección es dirigida por los profesores Norberto Galasso y León Pomer.
[21] El periodista Paulo Totti, a la sazón, corresponsal de la ex Gazeta Mercantil de Sao Paulo, a mediados de la década del 90´, proponía programar un torneo de fútbol en el que participasen equipos de bloques o conglomerados tipo MERCOSUR; el ex Pacto Andino (devenida CAN); la UE; NAFTA, etc. con el objeto de construir identidad supraestatal
[22]El Consejo del Mercado Común del MERCOSUR a través de los Protocolos de Ushuaia y de Asunción, respectivamente, legisló sobre la vigencia de la democracia y los derechos humanos en los Estados Partes. Un país no democrático no puede ser miembro del MERCOSUR y en caso de interrupción del proceso democrático en uno de los Estados Partes, éste es automáticamente suspendido. Similar decisión se adopta en caso de que en un Estado Parte se produzca una situación de violación grave y sistemática de los derechos humanos.
[23]Dallanegra, Luis. “Realismo Sistémico Estructural. Política Exterior como construcción de Poder”. Inédito 2009. Argentina, pág.53.
[24]Amorim, Celso. “Nuevo mapa mundial”. El País de Madrid, 13/09/2010.
[25]Dallanegra, Luis. “Realismo Sistémico Estructural. Política Exterior como construcción de Poder”. Inédito 2009. Argentina, pág. 128.
[26]La UNASUR en su corta vida ha gestionado fructíferamente diversos conflictos (la matanza de Pando; los incidentes Colombia-Ecuador, Colombia-Venezuela; las bases militares en Colombia y la reciente crisis institucional ecuatoriana). Cuando se produjo el levantamiento militar en Argentina, siendo presidente Raúl Alfonsín (1987), tuvo que ceder a las presiones golpistas de los militares. Entonces no existía un mecanismo como la UNASUR que intervino de inmediato en Quito para restablecer la autoridad del presidente constitucional Rafael Correa.
[27]Cabe destacar el rol del Parlamento del MERCOSUR como constructor de ciudadanía MERCOSUR.