A 30 años del golpe en la Argentina de 1976, la participación de Estados Unidos

Foto: Luiz Alberto Moniz Bandeira - Fuente: Wikipedia

El profesor brasileño Moniz Bandeira consigna en este artículo, a partir de una prolija recopilación documental, la participación del gobierno de EUA en el golpe de estado del 24 de Marzo de 1976, que ocasionó el derrocamiento de un gobierno constitucional en la Argentina. Publicado por el sitio La Onda Digital de la República Oriental del Uruguay.


Por 

Marzo 2006

Henry Kissinger, asesor de Seguridad Nacional del presidente Richard Nixon (1969/1974) y después secretario de Estado hasta el final del gobierno del presidente Gerald Ford (1974/1977),  diferenciaba entre el “agressive totalitarianism and other governments that, with all their imperfections, are trying to resist foreign pressure or subversion and that thereby help preserve the balance of power in behalf of all free peoples”. Los gobiernos, “with all their imperfeccions”, eran las dictaduras militares, cuya implantación estimulaba Estados Unidos, para preservar el equilibrio de poder a favor de “all free peoples”(1), aunque esos pueblos no fuesen libres, como en el caso de Chile, aunque, sí, la comunidad de los hombres de negocios norteamericanos y sus asociados, de otras nacionalidades.

Tal argumentación llevó a Kissinger no sólo a tolerar sino también a estimular la sangrienta represión en la Argentina. A pesar de que la CIA –cuyas actividades en Chile investigaba el Church Committee– mantuviese, aparentemente, cierta distancia del golpe de Estado que derribó al gobierno de Maria Estela Martínez de Perón (Isabelita), el 24 de Marzo de 1976 (2), el Departamento de Estado estaba perfectamente informado sobre la conspiración y no tomó ninguna iniciativa para abortarla. Sabía que el Congreso argentino sería clausurado y que “the military government would be conservative one and would have as its most urgent goals the crushing of terrorism, the elimination of corruption from the government and the labor movement”(3).

Esperaba que el gobierno militar en la Argentina fuese “friendly toward the United States” y previó que, con la intensificación de la lucha contra las guerrillas él “would be almost certain to engage in human right violations”,  provocando “internacional criticism”, y generando en la opinión pública de Estados Unidos presiones que “would complicate our relation with the new regime”(4) . Finalmente, el report del Bureau of Inter-American Affairs observó que el reconocimiento del nuevo régimen no presentaría ningún problema para Estados Unidos, que podía hacerlo, de acuerdo con sus normas, tras recibir una nota del gobierno militar argentino y reconocerlo “preferably after several Latin American states had done so”(5).

Como lo anticipara el Bureau of Inter-American Affairs, las ejecuciones no sólo de argentinos, sino también de disidentes políticos exiliados –chilenos, uruguayos, bolivianos, brasileños y paraguayos– recrudecieron en la Argentina después de la caída de Isabelita Perón. Hasta dos ciudadanas norteamericanas, Gwenda Loken López y Mercedes Naveiro Bender, residentes en Buenos Aires, fueron capturadas y salvajemente torturadas. El 19/20 de Mayo, fueron asesinados dos parlamentarios uruguayos, el senador Zelmar Michelini y el diputado Héctor Gutiérrez Ruiz.  Tales hechos repercutieron en Estados Unidos, donde las revelaciones del Church Committee sobre el papel de la CIA en el golpe de Chile y los asesinatos de líderes políticos iban a impactar la conciencia democrática de gran parte de la población. Robert Hill, embajador norteamericano en Buenos Aires, le trasmitió entonces al subsecretario de la presidencia de la Argentina, Ricardo Yofre, las preocupaciones existentes en Estados Unidos en referencia a la violación de los derechos humanos que estaban ocurriendo en Argentina. Yofre declaró que el general Jorge Rafael Videla, presidente de la Junta Militar, también quedó alterado con los secuestros y asesinatos, pero explicó que la Argentina estaba envuelta en “an all-out war against subversion” y que, al calor de la batalla, habría “inevitably be some violations of human rights”. Añadió que el gobierno tenía planes para incrementar drásticamente la campaña  “against the terrorists very shortly”(6)  . Alegó que el problema era aun más complicado, dado que había numerosos grupos operando sin su control, y que probablemente fueron ésos los que raptaron y asesinaron al senador Michelini y al diputado Gutiérrez Ruiz(7) . No obstante, en la definición del general Videla, “el terrorista no sólo es considerado tal por matar con un arma o colocar una bomba, sino también por activar a través de ideas contrarias a nuestra civilización occidental y cristiana”(8).

Pocos días después de la conversación del embajador Robert Hill con el subsecretario de la Presidencia, la situación se agravó todavía más, cuando otra ciudadana norteamericana Élida Beatriz Messina, coordinadora en Buenos Aires de la Fulbright Commission, fue raptada y torturada por las fuerzas de seguridad de la Argentina(9) . El embajador Hill tuvo que hacer diligencias junto al ministro de Relaciones Exteriores de la Argentina, almirante César Augusto Guzzetti. Empero, las violencias prosiguieron, cada vez con mayor intensidad. El 3 de Junio apareció el cadáver del general Juan José Torres, que había sido depuesto del gobierno en Bolivia(10) . El embajador Hill informó al Departamento de Estado que había  “considerable circumstantial evidence” de que las fuerzas de seguridad de la Argentina habían ejecutado a los parlamentarios uruguayos Michelini y Gutiérrez, así como al general boliviano Torres, y en otro telegrama remarcó que “(1) that Armed forces and intelligence services of all these countries cooperate to some extent, (2) That all these governments are capable of covert killing(11).”

En la misma época, con el conocimiento de la CIA, los servicios de inteligencia de Chile, Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay se reunieron en Santiago de Chile, y crearon un sistema computadorizado, bajo el código de Cóndor, y determinaron establecer una red internacional de comunicaciones y expandirla, inclusive en Europa. También decidieron emprender una serie de acciones conjuntas, en varias fases, apuntando a coordinar la represión y eliminar a los adversarios  de los regímenes dictatoriales existentes en los países del Cono Sur. La tercera fase y la más secreta de la Operación Cóndor, según el documento desclasificado por la Defense Intelligence Agency (DIA), del Ejército norteamericano, consistió en formar equipos especiales de los países miembros a fin de que viajasen por todo el mundo y ejecutasen sanciones, que incluían hasta asesinatos, contra supuestos terroristas o contra quienes apoyasen sus organizaciones, o sea, contra adversarios políticos de los regímenes militares instalados en el Cono Sur. Esos adversarios no eran sólo los que recurrían a la lucha armada, indistintamente acusados de ser “terroristas”, sino también los que se oponían políticamente a la dictadura. Si un adversario político o uno que apoyase a la organización adversa estuviese en Europa, un equipo especial de la Operación Cóndor sería enviado para localizarlo y vigilarlo. Cuando culminase la localización y la vigilancia, un segundo equipo de la Operación Cóndor sería enviado para aplicar la sanción efectiva contra aquél adversario. Un país proveería documentación falsa al equipo de asesinos, formado por agentes de otro país.  Una de las primeras víctimas fue el general chileno, Carlos Prats, que se rebeló contra el golpe de Pinochet y estaba exiliado en Buenos Aires. En la madrugada del 7 de Septiembre de 1974, cuando salía del automóvil donde viajaban él y su esposa, explotó una bomba, matándolos a ambos.

Los documentos desclasificados en Estados Unidos evidenciaron que la CIA y otros servicios de inteligencia estimularon y apoyaron la integración de las fuerzas de seguridad de Chile, Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay y Bolivia, iniciativa aplaudida en Washington y percibida como necesaria para contraponerse al “international terrorism”, representada por las organizaciones políticas de izquierda, que recurrieron a la lucha armada contra los regímenes militares y formaron la Junta Coordinadora Revolucionaria en 1974(12).  “The  political tragedy of this story is that the military leaders who carried out  the assassinations and mass  murders looked to the United States for technical assistance and strategic leadership” – escribió el periodista norteamericano John Dinges(13).  Diplomáticos, agentes de los servicios de inteligencia y militares norteamericanos estuvieron íntimamente asociados con las instituciones que ejecutaban la represión. Los servicios de inteligencia de Estados Unidos proporcionaron  entrenamiento, material de apoyo, informaciones y sistemas de comunicaciones a los agentes de la Operación Cóndor y diseminaron inteligencia sobre secuestros y torturas, que éstos ejecutaban(14).  Tanto la CIA como el Departamento de Estado tenían bastantes informaciones, pero nada hicieron para desalentar e impedir las sistemáticas violaciones de los derechos humanos y frustrar los planes de asesinato de la Operación Cóndor(15).  El propio contralmirante César Augusto Guzzetti(16) , ministro de Relaciones Exteriores de la Argentina, que se había referido, en  Santiago de Chile, a la necesidad de coordinar las actividades de los diversos servicios de seguridad, le dijo a Kissinger, el día 10 de Junio de 1976, que  el “main problem in Argentina is terrorism” y que liquidarlo era la primera prioridad del gobierno.

Después resaltó que el problema del terrorismo era general en todo el Cono Sur y que el gobierno de la Argentina iba a apoyar los esfuerzos conjuntos, para integrar a los países vecinos(17) . Kissinger, a su vez, le declaró que la situación política en Estados Unidos era “crazy”, estaba claro que James Earl Carter sería el candidato del partido Demócrata a la sucesión de Ford y que había fuertes presiones domésticas para que se hiciese alguna cosa sobre los derechos humanos. “A curious time, when political, criminal, and terrorist activities tend to merge without any clear separations – comentó (18). Y, complacientemente, observó que “if there are things that have to be done, you should be done, you should do them quickly”, para volver rápidamente a los “normal procedures.” Kissinger explicó que, en Estados Unidos había presiones por causa de los derechos humanos, y reconfortó a Guzzetti, diciendo: “We want you to succeed. We do not want to  harass [sic] you. I will do what I can(19).”

Dado que las constantes violaciones de los derechos humanos en la Argentina, inclusive por causa de la prisión y tortura de tres ciudadanas norteamericanas, iban a repercutir en la opinión pública de Estados Unidos, el embajador Hill, el 17 Septiembre de 1976, volvió a hablar sobre el asunto con el almirante Guzzetti y éste le retrucó, diciendo que Kissinger esperaba que el gobierno de la Argentina terminase “as quickly as possible” con el problema de los terroristas, como eran llamados quienes resistían y se alzaban contra el régimen militar(20).  El gobierno militar argentino entendía que Kissinger les daba pleno apoyo y estaba en lo cierto. Algunas semanas después de la conversación del embajador Hill con Guzzetti y el asesinato de Orlando Letelier, ex-embajador de Chile (gobierno de Allende) en Estados Unidos, y su secretaria, Ronni Moffit (21 de Septiembre), en la tercera fase de la Operación Cóndor(21) , el subsecretario de Estado, Charles W. Robinson, acompañado por el secretario de Estado adjunto para Asuntos Interamericanos,  Harry Shlaudeman,  recibió en Washington al almirante Guzzetti y dijo que era posible entender que el gobierno argentino fuese duro, al principio, pero  era importante avanzar hacia una postura moderada. Estados Unidos era “an idealistic and moral country”, cuyos ciudadanos tenían gran dificultad en comprender el tipo de problema que estaba enfrentando la Argentina. Añadió que la tendencia era aplicar “our moral standards” y la Argentina debía entender la reacción del Congreso en referencia a los préstamos y la asistencia militar.

Según Robinson, el pueblo norteamericano, “right or wrong”,  tenía la percepción de que en la Argentina había “a pattern of gross violations of human rights”, y bajo la legislación vigente la Administración podría ser impedida de votar a favor de financiamientos en el Banco Interamericano de Desarrollo. “The government is placed in a difficult position” – acentuó, indicando algunos motivos, entre otros, el hecho de que  “many well meaning people in the United States, though perhaps somewhat naïve, who indiscriminately take the side of those imprisoned in Argentina”. Ese pensamiento era reforzado cuando el gobierno argentino negaba rápido acceso consular a sus ciudadanos presos (22) .

Kissinger envió a las Embajadas señales de que la defensa de los derechos humanos era de baja prioridad, subordinada a los objetivos estratégicos de Estados Unidos y desanimó los informes sobre las violencias y abusos cometidos por los regímenes militares, en los países de América del sur. Quería evitar que se reavivaran las protestas en Washington. Al recibir al almirante Guzzetti en una suite del Waldorf Astoria Hotel (7 de Octubre), en Nueva York, recomendó que el gobierno argentino se apresurase en terminar la dirty war antes de que el Congreso norteamericano se reuniese y cortase la ayuda militar. De acuerdo con el Memorandum of Conversation, desclasificado por requerimiento del National Security Archive, Kissinger le dijo: “Look, our basic attitude is that we would like you to succeed. I have an old-fashioned view that friends ought to be supported. What is not understood in the United States is that you have a civil war. We read about human rights problems but not the context. The quicker you succeed the better… The human rights problem is a growing one. Your Ambassador can apprise you. We want a stable situation. We won’t cause you unnecessary difficulties. If you can finish before Congress gets back, the better. Whatever freedoms you could restore would help (23).”

El almirante Guzzetti informó que las “terrorist organizations” serían desmanteladas y que, si continuasen así, el peligro estaría resuelto alrededor de fin de año, aunque pudiesen producirse atentados aislados. Kissinger insistió: “When will they be overcome? Next Spring?” Guzzetti aclaró que sería alrededor del final de aquel año, 1976, y Kissinger manifestó una vez más su comprensión y apoyo a lo que ocurría en la Argentina. Esa “guerra sucia” contra la “subversión” y el “terrorismo”, a la cual Kissinger y otras autoridades de la administración de Gerald Ford dieron su beneplácito, dejó, entre 1976 y 1983, por lo menos 8.960 argentinos “desparecidos”, en su gran mayoría trabajadores (30,2%) y estudiantes (21%) (24) , que fueron secuestrados, torturados, clandestinamente ejecutados, muchos de los cuales fueron arrojados vivos al medio del Río de la Plata, mientras cerca de 8.625 personas permanecieron presas por largos anos, durante el régimen militar (25) .

El número de muertos, según algunos cálculos, llegaría a cerca de 30.000, contando a los  guerrilleros del Ejército Revolucionario del Pueblo (de origen trotskista) y de las Formaciones Especiales de la Juventud Peronista (Montoneros), muertos en el interior de la Argentina.

 

* Luiz Alberto Moniz Bandeira, cientista político y profesor titular de Historia de Política Exterior de Brasil en la Universidad de Brasilia (retirado) y autor de varias obras, entre ellas La Formación del Imperio Norteamericano (De la guerra contra España a la guerra en Irak), libro del cual fue extraído el texto aquí publicado.

Notas

1)The Washington Post, 25/9/1977. Apud Schoultz, 1987, p. 116. Dinges, 2004, p. 158.

2)Sáenz Quesada, 2003, p. 424.

3)Report. Secret. 13 February 1976. From: Bureau of Inter-American Affairs – William Rogers. To: Secretary of State – Henry Kissinger. Subject/Title: Possible Coup in Argentina. Agency: Department of State. Source: U.S. Government Chile De-Classification Project. National Security Archive.

4)  Ibid.

5) Ibid.

6) Secret – EXDIS. Document Number 1976 – Buenos03460. Info – OCT-01  – ISO-000 SS-00 – 065165 – P 251156z  May 76 – From Amembassy Buenos Aires to Sec, State WashDC – Piority 5774 – Secret – Section 1 of  Buenos Aires 3460. National Security Archive.

7) Ibid.

8) Apud Sáenz Quesada, 2004, p. 659.

9) Esas organizaciones fueron Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (Chile), Ejército Revolucionario del Pueblo (Argentina), Frente de Liberación Nacional – Tupamaros (Uruguay), Frente de Liberación Nacional de Bolivia, entre otras.

10) Dinges, 2004, p. 2.

11)  Id., ibid., p. 250.

12) Esas organizaciones fueron Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (Chile), Ejército Revolucionario del Pueblo (Argentina), Frente de Liberación Nacional – Tupamaros (Uruguay), Frente de Liberación Nacional de Bolivia, entre otras.

13) Dinges, 2004, p. 2.

14)  Id., ibid., p. 250.

15) Id., ibid., p. 2.

16) El contralmirante Guzzetti sufrió, posteriormente, un atentado con bomba y quedó paralizado.
17) Memorandum of Conversation. Santiago Chile, June 6, 1976. Secretary’s Suite. 8:10 a.m. – 9:15 a.m.

Participants:The  United States: The Secretary, the Under Secretay Roger et alt. Argentina: Foreign Minister Guzzetti, Ambassador Carasales, Ambassador Pereyra et lat. Distribution: ARA, S/P. . State Department Opens Files on Argentina’s Dirty War.  National Security Archive.

18)  Memorandum of Conversation. Santiago Chile, June 6, 1976. Secretary’s Suite. 8:10 a.m. – 9:15 a.m.

Participants:The  United States: The Secretary, the Under Secretay Roger et alt. Argentina: Foreign Minister Guzzetti, Ambassador Carasales, Am,bassador Pereyra et lat. Distribution: ARA, S/P. Ibid. El encuentro de Kissinger con Guzzetti ocurrió el 10 de Junio, durante una reunión en Santiago de Chile, pero el Memorandum of Conversation, por error, fue fechado el 6 de Junio.

19) Ibid.

20) Document Number: 1976Buenos06130. Case Number: 200000044 – Buenos Aires 06130 202213Z Action SS-25 P 202115Z – From: Amembassy Buenos Aires. To: SecState WashDC Priority – 7180. Subject: Other aspects of September 17 conversations with Foreign Minister Ref: Buenos Aires 6100.

21) El general Alejandro Fretes Davalos, jefe del Estado Mayor das Forças Armadas do Paraguay, informó al embajador  norteamericano Robert White que todos los jefes de los servicios  de inteligencia de los países de América del Sur en la Operación Cóndor se mantenían en contacto uno con otro a, través de las instalaciones de comunicación de Estados Unidos en la Zona del Canal de Panamá que cubrían toda América Latina  Esas instalaciones eran empleadas para coordinar las informaciones de inteligencia en los países del Cono Sur. State Department Cable, U.S. Ambassador Robert White (Paraguay) to Secretary of State Cyrus Vance, Subject: Second Meeting with Chief of Staff. Letelier Case, October 20, 1978, Confidential. Ese telegrama fue descubierto por el profesor J. Patrice McSherry, de la Universidad de Long Island, y publicado por el New York Times, el 6 de Marzo de 2001.  http://www.gwu.edu/-nsarchiv/mews/20010306/.  Department of State of State – Memorandum of Conversations. Date: Oct. 7, 1976. Secret – NODIS. Subject: Secretary’s Meeting with Argentine Foreign Minister Guzzetti. Date, Time and Place: October 7, 1976; 5:15 P.M., Secretary’s Suite Waldorf Astoria Hotel, New York. Participants: Argentina –  Foreign Minister Cesar Augusto Guzzetti, Ambassador to The United States Arnaldo T. Musich, Ambassador to the United Nations Carlos Ortiz: U.S. – The Secretary, Under Secretary Philip Babib et alt.. Source: Freedom of Information Act request by the National Security Archive, released November 2003. National Security Archive. Ese Memorandum no está entre los 4700 desclasificados en  Agosto de 2002 por Argentina Declassification Project of the U.S. Department of State.

Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas: Nunca Más, pp. 479/481. Vide también Boccia Paz et alt., 2002, p. 188. Verbitsky, 2003, p.
Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas: Nunca Más, pp. 408/409.  Stateman, May 27, 1976. Elida Betriz Messina to George S. Beckett, Security Officer of the U.S. Departament of State. Witnessess: Charles R. Meyer, Cultural Affairs Officer – USIS – 28/05/1976. State Department Opens Files on Argentina’s Dirty War.  National Security Archive. Los documentos de la Argentina’s  Dirty War fueron editados por el historiador Carlos Osorio, director del Southern Cone Documentation Project en el National Security Archive.El gobierno de Juan José Torres, de carácter militar-nacionalista, fue derribado en Agosto de 1971 por el general Hugo Banzer, golpe estimulado también por el Brasil.

22) Ibid.

23) Department of State of State – Memorandum of Conversations. Date: Oct. 7, 1976. Secret – NODIS. Subject: Secretary’s Meeting with Argentine Foreign Minister Guzzetti. Date, Time and Place: October 7, 1976; 5:15 P.M., Secretary’s Suite Waldorf Astoria Hotel, New York. Participants: Argentina –  Foreign Minister Cesar Augusto Guzzetti, Ambassador to The United States Arnaldo T. Musich, Ambassador to the United Nations Carlos Ortiz: U.S. – The Secretary, Under Secretary Philip Babib et alt.. Source: Freedom of Information Act request by the National Security Archive, released November 2003. National Security Archive. Ese Memorandum no está entre los 4700 desclasificados en  Agosto de 2002 por Argentina Declassification Project of the U.S. Department of State.

24) Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas: Nunca Más, pp. 479/481. Vide también Boccia Paz et alt., 2002, p. 188. Verbitsky, 2003, p.

25)  Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas: Nunca Más, pp. 408/409.  25 Stateman, May 27, 1976. Elida Beatriz Messina to George S. Beckett, Security Officer of the U.S. Departament of State. Witnessess: Charles R. Meyer, Cultural Affairs Officer – USIS – 28/05/1976. State Department Opens Files on Argentina’s Dirty War.  National Security Archive. Los documentos de la Argentina’s  Dirty War fueron editados por el historiador Carlos Osorio, director del Southern Cone Documentation Project en el National Security Archive.

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